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Café de Viena

48 h Open House Valencia

48 h Open House Valencia

No hay domingo que se precie sin su periódico, su vermú y su café (de Viena, si es posible). Pero en Valencia comienza a ser habitual no haber domingo tampoco sin su maratón o su medio maratón. O su triatlón (o su medio triatlón). Entonces la ciudad se paraliza para que otros corran. Uno debe pensar dónde ha aparcado el coche y procurar tener una salida porque la ciudad se bloquea para que otros no paren de correr. ¡Paradojas urbanas! Yo no es que esté en contra de estos derroches de energía humana, un poco excesivo para mi gusto, pero creo que deberían complementarse con otras iniciativas masivas, como por ejemplo un maratón cultural como la 48h OPEN HOUSE VLC.

La iniciativa Open House surgió en Londres hace más de dos décadas y se ha ido trasladando a otras ciudades como Nueva York, Dublín, Galway, Tel Aviv, Roma o Barcelona. Se trata de mantener abierto, durante dos días, el principal y también el más desconocido patrimonio arquitectónico de la ciudad. Joyas conocidas y ocultas atraen la atención, durante estas 48 horas, de visitantes y de vecinos. En Barcelona, el año pasado, se contabilizaron más de 50.000 visitas en los 160 edificios que abrieron sus puertas de manera gratuita. Para ordenar todo esta actividad, 1.200 voluntarios participaron en la 48h OH BCN, animando la vida ciudadana, sintiéndose partícipes de la misma, de su pulso, de su patrimonio, enorgulleciéndose en definitiva de su ciudad.

En Valencia, imagino una 48h OH VLC explicando algunas de las joyas visibles de la ciudad: la Lonja, la Catedral o la Basílica, pero también sus tesoros más desconocidos (se admiten sugerencias), como los altillos del Mercado de Colón, el edificio modernista del Varadero del puerto, los patios interiores de las manzanas del Ensanche, las torrecillas de la Finca Roja, la terraza de la Catedral, el campanario de San Nicolás o de Santa Catalina, el Paraninfo de la Universitat, el Camarín del Cristo de Santa María del Mar, la azotea de la Aduana (sede del TSJ), la iglesia de Sant Miquel dels Reis, la capilla real del Convento de Santo Domingo (Capitanía), las celdas del convento de la Trinitat, los subterráneos de la gran iglesia de San José de Calasanz de las Escuelas Pías (tan necesitada de rehabilitación, siendo su cúpula una de las más imponentes de Europa), la caja escénica del Teatro Principal, la torre del Reloj de la Estación Marítima? Algunos de estos lugares, los valencianos sólo los hemos visto en fotos y de lejos. Este maratón se debería combinar con un esmerado itinerario arquitectónico, eligiendo una buena representación de edificios privados de todos los estilos: modernistas, racionalistas, funcionales, sociales, art-decó, neogóticos, etc. Un museo de tendencias al aire libre, un recorrido por las historias de la historia de Valencia. Además, en Barcelona, se consiguió que más de mil personas se sintieran implicadas: voluntarios estudiantes, profesionales o aficionados a la historia, a la geografía urbana, a la arquitectura, al interiorismo, al arte o sencillamente enamorados de la ciudad y con ganas de colaborar. ¿Qué más se quiere? No hace falta construir nuevos contenedores, ni invertir en grandes eventos. Sencillamente hay que hacer dos cosas: poner en valor lo que tenemos y lo que desconocemos todavía de la ciudad y animar a la gente a participar.

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