«Estaba sentada en el sofá y noté un golpe en la cabeza, pensé que era un puñetazo, pero luego en el segundo golpe vi que empezó a salir sangre y que llevaba un martillo en la mano». Así relató ayer la víctima de un crimen machista frustrado gracias a la intervención de sus vecinos, quienes entraron en el piso del Perellonet tras tirar la puerta abajo y sorprendieron al agresor cuando trataba de culminar su asesinato estrangulando a su pareja. «Me tumbó de espaldas en el suelo y con una mano me cogía del cuello y con la otra me metía los dedos en la garganta para que no pudiera respirar», explicó la mujer, que sobrevivió al ataque tras permanecer 38 días hospitalizada.

Además de los dos traumatismos en la cabeza, su agresor, que se enfrenta a catorce años de prisión, le clavó un destornillador en el pecho con la clara intención de acabar con su vida, según la Fiscalía.

Los hechos, juzgados ayer en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de València, ocurrieron la tarde del 12 de julio de 2019 en el domicilio del Perellonet en el que convivía la pareja, ambos de nacionalidad rumana. «Ese día quería echarlo de casa, le dije que se fuera y me dejara tranquila», explicó la víctima tras un biombo para no tener que enfrentarse de nuevo a la mirada del hombre que intentó asesinarla tras seis años de relación. «Me empezó a gritar, a decirme que no le hacía la comida y que me iba con otros hombres», explicó la víctima, quien empezó a grabarlo con su móvil para tener constancia de lo agresivo que estaba.

Tras esto y una vez parecía que la discusión había acabado, el procesado presuntamente cogió un martillo y atacó a traición a su víctima. Según la versión del acusado, tenía el martillo a mano porque estaba trabajando con él.

El acusado trató de justificar su acción alegando que había bebido mucho, según él, tres o cuatro litros de coñac. «Perdí la cabeza porque estaba demasiado borracho, creo que acabé dándole con un martillo», manifestó Ionel C. T., quien reconoció que cuando entraron sus vecinos estaba encima de ella, pero que no recordaba que intentara asfixiarla o que le clavara un destornillador.

Los testigos descartaron que el agresor estuviera ido o afectado por el consumo de alcohol. «Estaba normal», remarcaron. De hecho, él mismo se mostró preocupado al ver que no llegaba la ambulancia, diciendo que si tardaban se iba a morir, lo que es un claro indicador de que no tenía precisamente alteradas sus facultades. Asimismo, el acusado admitió que mientras llegaba la policía se puso a fumar «para tranquilizarme».

Ante las preguntas de su letrado quiso pedir perdón por lo ocurrido, tanto a la víctima como a sus familiares. «Nadie tiene derecho a intentar quitar la vida a otra persona. No podría pagar con nada lo que he hecho», admitió el acusado sobre la gravedad de su acción y reconociendo en parte el delito de tentativa de homicidio.

La Fiscalía considera que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato en grado de tentativa, al apreciar la circunstancia de alevosía, y contempla las agravantes de parentesco y discriminación por razones de género, de ahí que solicite una pena de 14 años de prisión y cinco años más de libertad vigilada.

«Si llegamos a entrar 30 segundos más tarde la habría matado»

Que la víctima de este intento de asesinato machista esté hoy viva y pudiera acudir a declarar ayer al juicio contra su agresor se debe en buena parte a la intervención de sus vecinos, quienes al escuchar sus gritos cuando estaba siendo golpeada con el martillo por su pareja acudieron en su auxilio, frustrando los planes de su agresor, quien se encontraba encima de ella estrangulándola, como relataron ayer.

Marcel, un vecino de origen rumano que declaró por videoconferencia, fue quien sin pensárselo dos veces tiró la puerta abajo de un puntapié y logró separar al agresor de su víctima de una patada. 

Junto a él entraron en la casa dos amigos, la hermana de uno de ellos y posteriormente un policía nacional que se encontraba franco de servicio y que procedió a la detención del presunto autor de esta tentativa de asesinato hasta la llegada de los agentes de la Guardia Civil.

«Si llegamos a entrar 30 segundos más tarde la habría matado», confiesa Pablo, uno de estos inesperados héroes que sorprendieron al agresor tratando de estrangular a su pareja. 

«Estábamos viendo un partido de tenis y mi hermana escuchó los gritos», apunta Alexis, otro de los testigos que irrumpió en la casa, frustrando así el crimen machista. 

«La mujer estaba medio inconsciente y sangrando», relató el testigo, quien en ningún momento apreció que su agresor estuviera bajo los efectos del alcohol. «Estaba muy tranquilo».