Mala jornada para los acusados. La segunda sesión del juicio por el crimen de Patraix, que mantiene en el banquillo de los acusados a María Jesús M. C., Maje, y a Salvador R. L., Salva, por el asesinato de ocho cuchilladas del marido de ella, Antonio Navarro, ha tenido como protagonistas a los especialistas del grupo de Homicidios de la Policía Nacional con su entonces jefa, Esther Maldonado, a la cabeza.

Desde las 10.40 horas hasta pasadas las 13.30, los nueve miembros del jurado escucharon los contundentes pormenores de una investigación que en cinco meses permitió a la Policía Nacional detener a la viuda y a uno de sus amantes por el asesinato de Antonio Navarro. La primera en comparecer fue precisamente Maldonado, que, a preguntas del fiscal, Vicente Devesa, relató durante una hora cómo María Jesús M. C. pasó de ser considerada la mera viuda de la víctima a posible implicada en su muerte. En su primera declaración ante la Policía, el 17 de agosto, al día siguiente del asesinato, Maje aportó distintas informaciones, algunas de ellas acusatorias contra su marido —le atribuyó un carácter controlador y posesivo, habló de que había tenido una bronca con los albañiles que les reformaron el piso e insinuó que una compañera de trabajo «se sentía atraída por Antonio»—, pero omitió que tenía un amante, Jose, un hombre al que había conocido el 21 de mayo de ese año y con el que tenía «una relación de noviazgo».

Una violencia "inusitada"

La Policía se enteró ese mismo día, el 17, por la mejor amiga de Maje, quien lo contó en su declaración a la Policía. Esa verdad ocultada, junto con «la inusitada violencia» del crimen, impropia de un ladrón de garaje —el robo se descartó el mismo día: el fallecido conservaba sus pertenencias y la cartera con el dinero, y la puerta de acceso no estaba forzada—, puso el foco de la investigación sobre ella desde ese mismo día. Por ello, el juez instructor autorizó la intervención del teléfono de Maje y del de Jose, a quien entonces creían su cómplice y posible autor material

La jefa de la investigación recorrió, a petición del fiscal, el rosario de intervenciones telefónicas que fueron cerrando el círculo sobre ella y que destaparon una personalidad que se adaptaba al interlocutor. Explicó, mirando al jurado dado que son ellos quienes deben juzgar los hechos, que esas intervenciones «nos sirvieron para conformar el carácter, la personalidad y el comportamiento» de la sospechosa y «para hacernos una idea de las motivaciones». «No son valoraciones», remachó cuando el abogado de María Jesús trató de frenarla.

Y gracias a esos pinchazos telefónicos y a lo que ahora se revela como un error de la acusada, llegaron al verdadero autor material: Salvador R. L.

Tanto Maldonado, como el subinspector de Homicidios que llevó el peso de las escuchas, explicaron al tribunal de jurado una de las llamadas fundamentales del caso, la que Maje le hizo a Salva el 8 de noviembre de 2017. Los investigadores dedujeron que habían tenido una conversación previa por Whatsapp o Telegram, que no había ido bien y que llevó a la acusada a bajar la guardia por la urgencia de hablar con Salva, por lo que rompió la barrera de seguridad acordada de usar solo el teléfono ‘b’ que su amante le había dado para evitar una posible intervención del teléfono habitual de ella.

Maldonado, primero, y el subinspector, después, contaron cómo Salva le dijo que estaba muy mal y que «la noche anterior había llamado a la Policía». Ambos describieron de manera idéntica la reacción —que el jurado podrá escuchar íntegra a partir del viernes que viene—: «Ella reaccionó chillando, ‘pero ¡¿qué dices?? No hagas locuras, Salva...».

«Él estaba sollozando casi todo el tiempo. Ella se puso fuera de sí por si la estaban investigando, pero luego él la tranquilizó y se quedó superaliviada», relató el subinspector responsable de las escuchas. A su juicio, «tenían una relación afianzada, con sexo, en la que a él se le ve totalmente enamorado y ella mantiene un tono frío, calculador, omitiéndole lo que no quiere que sepa. Esa llamada denota que él se dejó llevar ese día por un ataque de celos» al enterarse, de algún modo, de la existencia de Jose.

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Salva se convierte en objetivo

Y, a partir de ese día, Salva se convirtió en el otro objetivo de la investigación. El juez autorizó la intervención del teléfono. Fue el principio del fin. Los cinco agentes de Homicidios contaron las siguientes conversaciones clave para resolver el caso. Se produjeron el 28 de diciembre, por teléfono, y el 2 de enero en un encuentro entre ambos amantes en una cafetería del centro comercial Las Américas.

En la primera, los dos hablaron después de que el hermano de la víctima llamase a Maje para decirle que Homicidios ya tenía un sospechoso cuya detención era inminente. «Salva entra en una diatriba y dice que ‘van a coger a un chivo expiatorio’. Y añade: ‘No tienen nada, porque para tener algo tendrían que investigarme a mí, me tendrían que haber detenido, me tendrían que haber pedido opinión, ir a mi trabajo... Y no lo han hecho’», en una reflexión «carente de sentido, pero que a ella la tranquilizó». Cinco días más tarde, fueron grabados mediante un dispositivo autorizado por el juez cuando quedaron para verse en persona «preocupados por si habían dejado algún cabo suelto», ocho días después , el 10 de enero, fueron detenidos.

Ese día, ante la jefa de Homicidios, ambos admitieron su implicación. Maldonado rememoró que «la primera pregunta que les hice —idéntica para ambos— fue si se habían concertado uno con el otro para planificar y ejecutar el asesinato de Antonio Navarro». Y los dos «respondieron que sí».

A preguntas de la acusación particular, tanto la inspectora Maldonado como el subinspector fueron claros: en ninguna de las conversaciones grabadas o mensajes de teléfono Maje le reprochó a Salva haber matado a su marido. «No, nunca», respondió la jefa. «No, se percibía connivencia en todo momento entre ellos», aportó el subinspector.

El móvil económico

Los abogados de la familia de Antonio también aprovecharon la presencia de los agentes de Homicidios para poner el acento en el otro supuesto móvil de la acusada, el económico. Así, trajeron a la memoria de los policías la conversación entre Maje y Rocío en la que la primera le decía a la segunda «tía, estoy ‘pelá». Ambos lo ratificaron

Además, lograron que el jurado escuchase por boca de la Policía la animadversión de Maje hacia Antonio y su familia —«sí, les llamó ‘muertos de hambre’, ‘hijos de puta’», explicó la jefa, y de la víctima, en concreto, expresó a su madre «que no quería a Antonio ni antes de casarse».

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El letrado de la familia, le pidió a Maldonado que explicase las mentiras que Maje dijo a cada uno de sus amantes. Y la responsable de la investigación lo relató: «A Tomás, le dijo que su marido tenía cáncer y pasado el tiempo, que ya le quedaba poco para morirse; a Manu, que se había ido a Abu Dabi; a Sergio, que el crimen era obra de los yihadistas del atentado de Barcelona; y a Rocío, que la policía le había dicho que a Antonio lo había matado el descuartizador que mató a un compañero nuestro de Homicidios».

En cuanto a las defensas, la de Salva, ejercida por las letradas Julita Martínez, de Martines Javaloy Abogados, puso el acento en el hecho de que Salva colaboró desde el principio con la Policía, confesando la autoría del crimen y llevándoles hasta el cuchillo, y más tarde, facilitando el acceso a todos sus dispositivos cuando, en noviembre de 2019, decidió cambiar su declaración y contar que fue la enfermera quien ideó, planeó y favoreció la ejecución de un crimen que, en palabras del fiscal, «no hubiera existido sin ella».