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Blanquerías como semióticadel PSPV-PSOE

La antigua sede del PSPV-PSOE en la calle Blanquerías. l-emv

Se afirma que el símbolo es la representación pictórica o escultórica de una idea o una institución y por ello se extiende a infinidad de elementos culturales, científicos, empresariales, religiosos, deportivos, políticos, y otros muchos. A través suya exteriorizamos nuestros pensamientos y materializamos las realidades sociales. Su transformación en imágenes o en construcciones materiales son básicas para comprender de forma más inmediata el mundo que nos rodea. Hay una diferencia con el gesto, que tiene un significado en ocasiones más circunstancial y puede ser también expresado mediante el lenguaje gestual entendido incluso por algunos animales. En uno u otro caso ha dado lugar a una especialización académica, la semiótica, que intenta explicar la manera en que los símbolos comunican y tienen un sentido real o figurado que nos remite a un concepto, a un movimiento social, a una estructura política, cultural o económica. Así, la hoz y el martillo nos retrotrae al comunismo, a una lucha por una sociedad diferente o a un régimen político. Y algo semejante ocurre con la esvástica nazi. Nada más verlas tenemos una intuición de lo que puede significar según el contexto. Otras veces el significado tiene distintas lecturas porque su diseño puede estar representando cosas diversas: la media luna tiene una connotación clara con el islam, pero también esta contiene elementos dispersos. No es la misma media luna, con su estrella, la que refleja la bandera de Argelia que la de Pakistán o la de Malasia, y también depende si la luna se observa desde el hemisferio norte o sur, que puede estar en cuarto creciente o en cuarto menguante. Precisamente la bandera actual de Irán, establecida en 1980 después de la revolución liderada por Jomeini, no contiene la media luna, y enlaza con los colores tradicionales del imperio persa, además de que su islamismo es chiita, diferente del sufismo.

Los símbolos fueron también un tema de análisis filosófico, y así un discípulo de Heidegger, Hans-Georg Gadamer intentó en ‘Verdad y método’ investigar qué significan las palabras que utilizamos o las obras que construimos con una determinada estética. A qué nos referimos cuando aplicamos un concepto y cómo se ha ido configurando. Es lo que se conoce como la hermenéutica, consistente en interpretar y explicar los textos, la comunicación verbal y la no verbal. Es en Hermes, el mensajero de los dioses, donde está su origen para significar el deseo de conocer lo que se esconde en lo que escribimos o decimos. Pero también en lo que construimos: los menhires de Stonehouse han sido objeto de interpretaciones diversas por arqueólogos y antropólogos. En cambio, no tenemos dudas que la catedral de Burgos o Notre Dame son símbolos del cristianismo y la torre Eiffel un ejemplo de la tecnología. Son los juristas quienes practican con asiduidad la hermenéutica para interpretar las leyes, los decretos o las normas, y al final los tribunales deciden a la vista de los textos y de los argumentos de los abogados.

Todas las instituciones sociales de todas las culturas han buscado, a medida que iban consolidándose, marcar su identidad a través de los símbolos. Y estos han reforzado a su vez el sentido de su existencia. A su nivel las empresas lo saben bien a la hora de singularizar su producto y combinan logos, que suele ser una palabra, con un símbolo, que es una imagen y con ellos se constituye una marca. Pero también la palabra modelada como imagen se convierte en símbolo: Coca Cola es, por ejemplo, un logotipo, pero también una imagen. El siglo XX ha sido el del diseño, la lucha, en suma, por conseguir que la imagen sea un elemento determinante que la gente incorpora con todo su contenido implícito o explícito. Los símbolos no se reducen sólo a un nombre, una imagen o una pintura. También la arquitectura y la escultura son clave en la permanencia de las instituciones de cualquier sociedad. Los palacios, los museos, los bancos, las construcciones religiosas, etc. se enmarcan en lo que Max Weber llamaba la acción social, y antes Durkheim los calificaba como hechos sociales.

Es eso lo que de manera intuitiva descubrieron los socialistas españoles del PSOE desde su fundación en 1879, al igual que sus homólogos alemanes o belga. Las Casas del Pueblo, que muchas veces construían los propios afiliados albañiles, era su manera de crear símbolos donde se colgaban la foto de su líder, como hacía la Iglesia con los santos. Esa estética identificó las agrupaciones a lo largo de décadas hasta la actualidad, aunque ya no tienen el mismo objetivo porque la sociedad ha asumido gran parte de sus reivindicaciones (aprender a leer, escribir, asistir a conferencias, la sociabilidad de grupos teatrales o coros, las bibliotecas de libros de autores clásicos, las salas de reuniones, los grupos deportivos, o excursionistas, los concursos literarios, etc.). Todo ello se hacía en las Casas del Pueblo, y en Madrid se situó en un gran edificio que fue expropiado durante el franquismo. Aquellos obreros que conseguían ser empresarios y tener buenas rentas se acordaban del partido y proporcionaban edificios o material, como la linotipia desde donde se editaba ‘El Socialista’. Esos símbolos materiales han servido para mantener una tradición histórica y aunque ya no cumplan el mismo sentido sirven, en cambio, como elementos de referencia de una idea. No se le ocurrirá al cardenal Cañizares vender la Basílica de los Desamparados. Sin embargo, sí lo hicieron los dirigentes del PSPV con el edificio de Blanquerías por una deuda de unos 7 millones de euros, y no solo no se le ha exigido a nadie responsabilidades, sino que incluso se les ha colocado con un sueldo a final de mes. Han estudiado y leído muy poco para entender el sentido de los símbolos materiales. Dan Sperber, profesor de la Universidad de Paris X, escribió en 1978 un pequeño trabajo que está traducido: ‘El simbolismo en general’ (1988) que convendría repasar. Y un socialista como el empresario Utor, entre otros, ¿no podía haber salido para avalar un préstamo y mantener la sede?

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