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Camilo José Cela Conde

De vuelta

Del lema de la Presidencia de Joe Biden a los pactos para aprobar los Presupuestos en España

El nuevo presidente de los Estados Unidos de América, Joe Biden, reconocido por todos excepto por quien debería hacerlo por ley, por cortesía y por costumbre, su predecesor, ha elegido como lema para el nuevo periodo de administración América ha vuelto. Bien es verdad que se trata de una sinécdoque, porque América es mucho más que los EE UU, y de una hipérbole, porque en realidad ni siquiera la parte de los Estados Unidos más sometida a la voluntad de Donald Trump se había ido del todo: agazapada y lamiéndose sus heridas, la nación seguía allí aunque aún no sabemos cual será el precio a pagar para poder ir recuperándose de los sobresaltos.

En contraste, el proceso de negociación de la ley de los Presupuestos Generales del Estado de 2021 que se ha ido llevando a cabo en nuestro país daría para reivindicar el lema opuesto: España se ha ido. Es verdad también que los tropos abundan en la frase, exagerada porque eso no ha sucedido aún, e hiperbólica porque, pase lo que pase, va a quedar mucha parte de lo que era. Pero no deja de ser curioso que, entre todas las alternativas que se le presentaban al presidente del Gobierno para sacar adelante la ley más imprescindible de todas a la hora de administrar un país, el señor Sánchez haya optado por el apoyo de grupos como Esquerra Republicana de Cataluña o Bildu, cuyo propósito declarado es el de la demolición de España, del país con el que contamos desde que, durante la transición que nos sacó de la dictadura franquista, nos dimos la nueva Carta Magna que dio paso al régimen autonómico.

Está por ver hasta dónde llegan los compromisos asumidos por el presidente Sánchez en ese sentido de destrucción de lo logrado. Queda bajo la duda también hasta qué punto será fiel a la palabra dada, habida cuenta de que ha dado sobradas muestras hasta ahora de endeblez en la tarea de mantener los compromisos. Pero lo cierto es que las primeras señales que apuntan, desde la Ley Celaá a los pactos municipales en Euskadi y Navarra, hacen temer por esa España que se nos va.

Los cínicos pensarán que tampoco es para tanto, que llevamos siglos intentándonos cargarnos nuestro país sin conseguirlo. Pero rara vez se dio la circunstancia de integrar en el propio Gobierno a los iconoclastas y dar a los que quedan aún fuera de él tanto protagonismo político. Emprendemos pues, con esas maniobras parlamentarias, un experimento más que pone bajo interrogantes el futuro próximo. Qué duda cabe que está la Unión Europea como garantía última para impedir, como hizo ya con Grecia, los mayores disparates. Pero íbamos del lema mejor que sirve para resumir todo un programa en una sola frase. Serviría también el de España ha vuelto pero con el miedo que da pensar que a lo que estamos volviendo es a la época inmediatamente anterior a la Guerra Civil.

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