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En las antípodas

En las antípodas

Mientras perdura un lugar que seguramente les suene cuyos maquinistas se desgatan por viales estériles y no por ello menos sofocantes, con parones destinados a recrearse en estaciones sin salida que atenazan a quienes se baten el cobre por alcanzar un destino, Jacinda Ardern logra en las llamadas «elecciones covid» el mejor resultado en 50 años con 64 de los 120 escaños para el centroizquierda gracias a la gestión gubernamental de la pandemia y a la empatía desparramada por la «premier» de Nueva Zelanda. Se admiten reservas para desplazamientos en masa.

En un otoño en el que países punteros extreman precauciones ante el avance amenazador del virus, el domingo se disputó en Auckland un partido de rugby entre los anfitriones y sus vecinos australianos al que fueron unas cincuenta mil personas sin mascarillas y con el gel a saber dónde. Lo puse por ver que otro mundo es posible después de asegurarme que no se trataba de grabación alguna. Los «All Blacks» le endosaron 27-7 a los «Wallabies», pero el secreto del éxito en las urnas lo resumió la conductora del desafío confesando su pesadumbre porque se haya «perdido la habilidad de ver el punto de vista del otro» y dejar patidifusa a la parroquia al arrancar el discurso en impecable maorí a cuyo lado el euskera debe resultar cristalino.

Un país extraño en el que la encuesta realizada por la empresa de sondeos del National Party, el opositor, sobre si la nación va en «la dirección correcta o en la equivocada» sale que, correcta, es poco. Sí, un territorio en el que el aire populista de los tabloides de Murdoch no tiene espacio frente a la fortaleza de las cabeceras propias y en el que el segundo del Party pierde el escaño ocupado durante un cuarto de siglo por sugerir que el «gobierno sabía más sobre el brote de lo que en realidad contaba». ¡Ojo! ¡Por sugerir!

De las sutilezas que aguardan por aquí desde las bancadas ya conocemos en cambio su calibre en torno a una agenda que maldita la gracia. El único resquicio para la distensión sería que nos lo digan en maorí.

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