La historia se repite. Ante el crecimiento exponencial del paro, son muchas las personas que deciden probar suerte emprendiendo con esa idea que llevan años incubando en la cabeza. Una vez más, los autónomos lideran la creación de empleo; exactamente igual que en 2008. Y sin embargo, los que hoy dan el salto se encuentran en un contexto totalmente diferente. La digitalización ha dado un salto gigantesco y las relaciones profesionales se han trasladado a los canales online. Llevamos años viendo cómo aparecen nuevas actividades hasta hace poco impensables, como trabajar de influencer, o tener un canal de YouTube para enseñar yoga, marketing o inglés. Además, las profesiones tradicionales han dado un giro de 180º debido a factores como el teletrabajo o el auge de las compras online.
En este nuevo marco tenemos, por un lado, a los trabajadores con experiencia en el ámbito digital que deciden montar su propio negocio; y por otro, a los autónomos que deciden ofrecer sus productos y servicios online para ampliar su zona de actuación más allá del ámbito geográfico cercano, aumentando su público potencial y, con ello, sus probabilidades de éxito.
La digitalización ya no es una situación forzosa, sino una parte natural del proceso. Y es que el nuevo consumidor ya no busca la proximidad, sino la inmediatez, la comodidad, la especialización, o la personalización. Pero estos cambios de consumo han afectado a los autónomos por partida doble, tocándoles tanto en su faceta de vendedores como en la de compradores. El mismo autónomo que hace cinco años tenía un negocio 100 % físico y sólo confiaba en su gestor tradicional hoy ha adaptado su negocio —al menos parcialmente— al modelo digital y presenta sus impuestos mediante una asesoría fiscal online.
Los países con una tradición tecnológica más avanzada, como EE UU, nos llevan la delantera en el cambio. Los autónomos constituían el 35 % de su fuerza laboral en 2019 —el 16 % en el caso de España— pero quizás un dato aún más revelador es este: el 60 % de los autónomos estadounidenses empezaron por convicción, no por obligación. La cifra de autónomos convencidos en España oscila alrededor del 30 %, pero la tendencia es similar. Cada vez más personas escogen esta opción como un estilo de vida, abrazando las ventajas de la libertad laboral, como el trabajo en remoto, la capacidad para tomar sus propias decisiones o la posibilidad de disfrutar más tiempo de la familia y amigos.
«Toda crisis es una oportunidad» es una frase de inmenso sentido para los que buscan nuevos caminos, inventando nuevas profesiones o reinventando las ya conocidas. Y si la tecnología abre un abanico de posibilidades infinitas para los autónomos, usémosla para redefinir no sólo los modelos de negocio, sino nuestro modo de trabajar y, en definitiva, nuestra forma de vida.
