Durante 30 años -elegido por varias Corporaciones Municipales de distinto signo- ha servido, primero como sustituto y luego como titular, el Juzgado de Paz de Almàssera, un cargo que tiene una retribución insignificante, apenas para tomarse un café al día, pero que bien ejercido, si uno tiene vocación y es competente, presta un gran servicio a la comunidad en una función totalmente vocacional. Así piensa Baltasar Bueno Tárrega –periodista, escritor, doctor en Teología- tras la experiencia vivida en Almàssera. “Se puede ayudar mucho a la gente, en todos los sentidos, si a uno le gusta y además sabe, a pesar de que los Juzgados de Paz son la hermana pobre de la Administración de Justicia, y ésta, a su vez, es la hermana pobre del Estado”. Al final presentó su renuncia. Hubiera podido estar muchos años más, entre otros motivos porque está acostumbrado a trabajar en equipo con gente de la empresa privada y no entiende el mundo del funcionariado.

¿Qué hace un Juez de Paz?

De todo, yo he hecho de todo, y no pocas veces sin ajustarme a los cánones funcionariales. Si te pones en plan funcionario perfecto, más que resolver, complicas las cosas. Es algo que los propios funcionarios no entienden. El Juez de Paz es fundamentalmente mediador, conciliador, buscador de fórmulas que deshagan nudos y conflictos. Y el buen Juez de Paz, además, es una mezcla de psicólogo, confesor, serenador, desdramatizador, animador, conseguidor, orientador, consejero y asesor. Escucha sobre todo y está pendiente de encontrar la punta del hilo que tire del ovillo resolvedor. Tiene siempre las puertas de su despacho abiertas. De alguna forma es la primera ventanilla de la Justicia, que debe ser amable y eficaz, algo que generalmente no lo es.

¿Qué tipo de problemas resuelve?

De todo tipo. Te llegan problemas de todo calibre. Lo más variopinto. Si a las primeras, razonadamente no quieren entrar las partes en razón hay un instrumento muy importante que se utiliza poco: los Actos de Conciliación. En uno de ellos ayudé a resolver un problema de testamentaría que hubiera podido acabar en el Tribunal Supremo. Ahora se han puesto de moda los servicios de mediación extrajudiciales, pero esa figura ya existe y es poco utilizada en la actualidad. Hasta hace poco los Juzgados de Paz celebrábamos juicios de faltas, cuestiones menores, y no tenían que ir a Valencia a debatirlos. Yo tuve varios. Otro asunto que me llegó fue el de una señora que vino a pedir permiso para abortar. La escuché, le hablé, yo estoy por la vida, no por la muerte, la reorienté a los servicios de ayuda para la mujer en estas situaciones. Un día me vino a inscribir la criatura en el Registro Civil. Estaba contenta de haber tenido al bebé. En otra ocasión, hablando con una mujer que me contaba un problema que tenía, es importante dejar hablar a la gente y escucharla, me percaté de que la señora, viuda, tenía derecho a cobrar la pensión de viudedad y ella no lo sabía porque llevaba unos pocos años separada de él. Le orienté a la Seguridad Social y le cambió la vida, pues no tenía nada. Hay muchos problemas personales, familiares, grupales, colectivos. La casuística es interminable, para escribir varios libros.

El buen Juez de Paz es una mezcla de psicólogo, confesor, serenador, desdramatizador, animador, conseguidor, orientador, consejero y asesor

¿Son muchos los problemas personales?

Todos tenemos problemas y momentos altos y bajos en la vida. Lo ideal sería que en los pueblos hubiese más expertos en psicología, en leyes, en sociología, en salud física y mental, públicos, gratuitos, a los que los ciudadanos pudiesen acudir a expresar sus problemas, a ayudarles a salir del bache en que se encuentran por cualquier motivo, que les den el empujón y el ánimo que les falta, o la luz que les haga salir del túnel. Muchas veces se ahogan en un vaso de agua por desconocimiento de las herramientas u oportunidades que tienen a su alcance.

¿Y los problemas comunitarios?

En casi todas las comunidades de vecinos hay problemas, siempre hay alguien que no paga sus cuotas, que es insociable, o que hace cosas contrarias a la cívica convivencia. Estos provocan que la coexistencia sea a veces dura y difícil, sobre todo cuando no existe la figura del administrador de fincas. Problemas de ruidos, especialmente los nocturnos, que aunque competen al gobierno municipal o a las ordenanzas, acaban por desesperación llegando al Juzgado. En no pocos casos los díscolos me han hecho caso y se han calmado las tormentas. Si se conociera la Ley de Propiedad Horizontal y las ordenanzas Municipales y fueras respetadas la convivencia mejoraría mucho. Los Ayuntamientos que hacen tantas tonterías deberían explicar las Ordenanzas Municipales y para qué sirven, formar y educar socia y cívicamente a la vecindad. Se mejoraría la vida en sociedad en los pueblos.

Se ha hablado de suprimir los Juzgados de Paz.

Sí, uno de esos de pelo engominado del PP, un alto cargo del ministro Gallardón, se empeñó en suprimir los Juzgados de Paz, “para lo que hacen…”, dijo. Un descerebrado que lógicamente vendría de vender pipas y chupa chups y no tenía puñetera idea de lo que era la Administración de Justicia y qué hacía. Cualquier magistrado sensato en ejercicio sabe del mucho trabajo que tienen los Juzgados de Paz y de los muchos asuntos que resuelven que no pasan a mayores. La Justicia es una Justicia de Proximidad. Somos delegados de todos los Juzgados de España para cualquier trámite que se les exhorte u ordene. Y como primera ventanilla de la Justicia, muy importante, son imagen de cercanía de la Justicia entre la gente. Al final, la gente no venía asustada al Juzgado, que es lo que suele pasar, se encontraban con un lugar acogedor, amable, lo cual agradecían.

Cualquier magistrado sensato en ejercicio sabe del mucho trabajo que tienen los Juzgados de Paz y de los muchos asuntos que resuelven que no pasan a mayores. La Justicia es una Justicia de Proximidad. Somos delegados de todos los Juzgados de España

Además llevan el Registro Civil.

Sí, el Registro Civil es importantísimo. Ahí está la historia del pueblo, de las personas, de las familias. Yo estaba obsesionado con los libros del Registro Civil, por si me robaban alguno, o se pegaba fuego el archivo. En muchos pueblos los gruesos volúmenes del Registro Civil están muy mal guardados, deberían estar en cajas fuertes, porque un incendio o destrucción o robo, deja a los vecinos sin una documentación valiosísima o imprescindible. Esto no se lo plantean muchos Ayuntamientos, que son el apoyo material de los Juzgados de Paz. Por lo general, las instalaciones de los Juzgados de Paz son tercermundistas, situados en los cuartos trasteros de los Ayuntamientos. Yo he llegado a tener mi Juzgado en el hueco de una escalera y con tapas de cartón. Como los sin papeles bajo los puentes de los ríos.

¿Por qué esa miseria?

El Estado obliga a los Ayuntamientos a mantener los Juzgados de paz, a dotarles de instalaciones y medios, a cambio les da a los alcaldes la posibilidad de que sus amigos sean Jueces, y ahí callan. En mi caso he pasado por la elección de alcaldes y corporaciones de distinto signo. Eso hace que llegue a los juzgados, si llega, una cantidad mísera para lo que necesitan al menos en herramientas de trabajo. Lo ideal sería Juzgados independientes en todo de los Ayuntamientos, hasta en edificio aparte. Mucha gente cree que Ayuntamiento y Juzgado es lo mismo. Y que presupuestariamente no se dependiera de los Ayuntamientos, sino de Justicia. También eso haría que concejalillos y alcaldesas no se entrometieran en los asuntos del Juez y o entorpecieran la marcha del Juzgado. En los pueblos los politiquillos se creen diputados, senadores y eurodiputados.

¿Y qué clase de políticos le tocaron?

Hubo de todo. Un concejal me denunció al Consejo General del Poder Judicial, porque alegaba que un discurso de presentación de la Reina de las Fiestas lo había convertido en un mitin político. Me abrieron expediente informativo. Yo, y no el denunciante, tuve que aportar la carga de la prueba, el video y el texto del acto, el discurso era una concatenación de poemas floralescos, como si fuera una presentación fallera. Archivaron el asunto, porque vieron que las pruebas aportadas en absoluto daban que aquello hubiera sido un mitin político. Además la gente que asistió al acto en absoluto vió ninguna connotación política. El concejal que me denunció aún no me ha pedido disculpas por su delirante denuncia, que se archivó sin más. Luego una alcaldesa me tuvo un año sin nadie en el Juzgado, haciendo yo sólo el trabajo de despacho y de calle. No le daba la gana. Me llamaron la atención desde Moncada y no se creían que la señora no quería proveer funcionario. La Juez Decana de Moncada le tuvo que llamar tres veces por teléfono para que nombrara secretaria y a la tercera le advirtió que iba a abrirle diligencias por desobediencia. Sólo entonces a la señora se le movió cumplir con su obligación. La misma señora un día llegué a mi despacho y me lo había quitado sin consultarme nada, para convertirlo en retén de la policía local. Lo gracioso es que en las últimas elecciones se presentó y ahora está de Jueza de paz sustituta.

¿La parte más agradecida del trabajo?

La satisfacción de ayudar a la gente que en estos asuntos anda muy despistada y desorientada, preocupada, a veces traumatizada. El que descansaran y vieran la luz del túnel. Y las bodas, un momento especial en la vida de las personas, que yo favorecía que fueran no ceremonias frías y lúgubres, sino alegres, verdaderas fiestas. Les casaba cuando querían. Si me ajustaba a reglamento las bodas tenían que ser de lunes a viernes en horas de oficina. La gente no se casa un lunes a las 9 de la mañana, suele hacerlo sábados o domingos. Hay que pensar en la gente, no en los reglamentos. Las bodas eran auténticas fiestas, les dejaba a los novios que las organizaran a su gusto. Hubo bodas en que hasta los novios bailaron, llegaron en carruajes y vistieran trajes de época. ¿Por qué no? Hay que hacer una Justicia amable y eficaz. Esa política de atención hizo que en el pueblo al Juzgado y Registro Civil los vieran de otra manera, más familiar y entrañable.

En la conclusión.

Ser Juez de Paz es un servicio muy bonito a la comunidad, si te gusta y si sirves, si quieres y si puedes, si eres vocacional. La gente necesita este tipo de servicios y lo agradece. Es una misión, función, muy importante, si se hace bien y a gusto, pensando en el bien de la comunidad. Yo en Almàssera me he sentido muy a gusto, útil. Se debería potenciar los Juzgados de Paz y los Jueces de Paz deberían ser elegidos directamente por el pueblo en base a las cualidades de los candidatos, por elección directa. Ah! Y tanto el Tribunal Superior de Justicia, el Ministerio y la Consellería de Justicia como Jueces y Magistrados valoraran más los Juzgados de Paz y a los Jueces de Paz, que los formaran, que estuvieran más atentos a sus necesidades. Aquí acabas tu manato por cese o renuncia y es que no te envían ni un Saluda agradeciendo los servicios prestados. Es como si el aparato de Justicia no tuviera alma o sentimientos humanos, como si fuera de hielo, frío, muy frío, inhumano. Por el contrario me he llevado el calor y cariño de la gente de Almàssera, que es maravillosa, muy buena gente, donde se me ha quedado el corazón, que para mí es lo más importante. Allí he dejado un libro hecho con Pedro Molero sobre la fiesta de Corpus en Almàssera y de allí me he llevado, en el último momento de mi estancia, una foto de Casa Llopis, la más bonita del pueblo.