Un recorrido de las falleras mayores de València por espacios relacionados con los componentes de la fiesta (música en la Alquería Julià, pirotecnia en San Juan del Hospital, los talleres donde se hacen las fallas grande e infantil y la plaza municipal como centro neurálgico) conformó, en formato alegórico, la celebración del cuarto aniversario de la declaración de las Fallas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. No hay opción sanitaria para los actos conmemorativos previstos inicialmente, que se espera puedan tener lugar a mitad de mes si se levantan determinas restricciones.

El brindis en el centro de la plaza fue, por ello, un escenario más para expresar la esperanza en recuperar la fiesta. El alcalde, Joan Ribó, fue quien mostró la posibilidad de que «a finales de febrero estemos vacunados muchos y podamos celebrar la fiesta» para inmediatamente después recordar que «es un deseo, una esperanza».

Es el intento de aceleración de los calendarios ese indicativo. «En cuanto la vacunación empiece en serio las cosas pueden, o podrían cambiar de forma importante. Lo espero y lo deseo. Lo que me da miedo es confundir la realidad con los deseos, pero vamos a trabajar en esa dirección».

El alcalde reconoció la posibilidad de que las fiestas «puedan ser retrasadas en el tiempo» pero no será lo mismo con unas primeras concesiones para celebrar algunos elementos en marzo, aunque los monumentos tengan que esperar un par de meses. Por eso advirtió que «desde el ayuntamiento respetaremos escrupulosamente las normas, pero a la vez haremos todo lo que podamos hacer para que puedan funcionar las Fallas, igual que el mundo cultural, el comercio...». Sin descartar nada de salida: «Vacunar a todo el mundo es complicado, pero tenemos experiencia en vacunar a mucha gente a la vez, como sucede todos los años con la gripe». Si no fueran en marzo, pero hubiera ya algún evento ese mes y una plantà señalada a unos meses vista «ya no es lo mismo. Ya ves el final del túnel. Hacer cosas es empezar a arreglar las cosas»