Cientos de personas se acercaron ayer a la iglesia San Antonio Abad de Gilet para dar el último adiós a la copiloto, Laura Salvo, quien perdía la vida a los 21 años en el Rally Vidreiro-Centro de Portugal el pasado sábado.

Una despedida multitudinaria a la que no faltaron sus familiares, amigos, compañeros de pupitre y universidad y una extensa familia deportiva de la copiloto, entre los que se encontraban el presidente de la Real Federación Española de Automovilismo, Manuel Aviñó, sus homónimos a nivel valenciano, balear y murciano, así como pilotos, deportistas y mecánicos de diversos puntos de España y Portugal. Hasta el sepelio también se acercaron Francisco Molina, director territorial de Presidencia, Josep Miquel Molla, director general de Deportes de la Generalitat Valenciana y el alcalde de Gilet, Salva Costa, junto a otros miembros de la corporación.

El féretro con el cuerpo de Laura era recibido por la banda Virgen de la Estrella de Gilet, donde ella mismo aprendió música. En la iglesia, una enorme foto de la joven presidía la entrada al templo, rodeada de decenas de coronas de flores y recordatorios, en los que se podían leer emotivos mensajes como el de «Ningún campeón podrá nunca volar más alto que Laura Salvo».

Su afición y dedicación a los rallys marcó su despedida, en la que no faltaron ni su casco, ni sus trofeos, ni el mono que vestía en las carreras, que permanecieron junto a su féretro durante toda la ceremonia religiosa y que custodió en todo momento su familia.

Fue un oficio muy emotivo en el que se resaltaron las enormes cualidades de la copiloto valenciana, como su tenacidad, su compromiso con todo lo que hacía, su responsabilidad y, desde luego, su alegría y simpatía que demostraba su sonrisa, que «te desarmaba», expresó una de sus hermanas en unas sentidas palabras de despedida que dedicó a Laura, de la que destacó su importante proyección como copiloto, en su faceta deportiva y su gran generosidad y amor en la humana.

Las emociones tampoco pudieron contenerse con la intervención de la abuela de la joven, quien rota de dolor, halló el consuelo en que Laura encontraría cobijo en los brazos de su abuelo.

Tras las intervenciones, la ceremonia religiosa finalizó con la proyección de un vídeo homenaje a Laura, en el que se veía a la joven copiloto compitiendo en varios rallys, donde irradiaba felicidad al estar realizando lo que más le gustaba, correr. La proyección mostraba otra de sus pasiones, la guitarra, donde salía tocándola y cantando llena de vida. Imágenes que desataron las lágrimas de su padre quien tuvo que abandonar la iglesia, completamente roto.

Tras la eucaristía, los cientos de vecinos que acudían al funeral se trasladaron al cementerio, una comitiva fúnebre que presidía el féretro , que amigos y familiares decidieron portar a hombros.

En el camposanto, decenas de personas de manera improvisada depositaron junto a Laura rosas blancas.