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Cuando Carlet construyó su leyenda

El Roig y el Patet, campeones nacionales en 1953

Pasado a ser de propiedad municipal. Quién sabe si esta rehabilitación permitirá recuperar la grandeza y el esplendor que este deporte tuvo en tiempos ya lejanos. Larga sería la lista de grandes figuras surgidas en este pueblo. Nos quedamos con la dinastía de los Xatet y la de los Suret. Y también la de los Perele. Todos ellos profesionales del máximo nivel. ¿Quién no recuerda el dau de Suret I? Quien haya visto a Suret II entenderá las razones matemáticas de este deporte; Xatet fue primera figura como mitger y su hijo, Xatet II, el Chele, el máximo rival de Genovés. La última generación fue la de los hermanos Perele, fijos en los mejores carteles de su época, en los años noventa.

Aquel viejo trinquete se llenaba a rebosar en los duelos entre Genovés y Eusebio que nunca faltaban en las fiestas de septiembre. Y en Carlet casi siempre ganaba el de Riola, por su maestría para esquivar la cubierta de tela metálica y porque tenía de compañero a Xatet, formado en sus murallas…

Antes de contruir el trinquet que regentaba el Tio Suret había en Carlet un equipo de Galotxa que marcó una inolvidable época. Un equipo que encabezaba el Roig con Patet y Albalat. Muchas serían las anécdotas a contar de sus hazañas. Del Roig, que en Pelayo lanzaba pelotazos desde el dau por encima de la galería del marcador, y que jugó en infinidad de pueblos desde La Plana hasta Sella, se recuerda su facilidad para hacer el bot por debajo de la pierna, en una pegada peculiar y muy difícil. Además de pelotari del Joc de Carrer, que jugó tanto a Galotxa, como a Llargues, pues era un gran saque, fue uno de los mejores músicos de la banda de Carlet. En el año 1953 conquistó el primer campeonato nacional de Escala i Corda formando pareja con su paisano El Patet, de elegante y poderosa volea con ambas manos. Pasaron de ser los mejores en la calle a ser profesionales del máximo nivel en los trinquetes.

De aquel legendario equipo, se hizo cargo como promotor el Tio Napoleón , que en cada tertulia de pelota en la que surgía el nombre del Xiquet de Llanera, se levantaba de la silla y se quitaba el sombrero que le acompañaba. Se jugó en Carlet, en la calle, a pesar de que ya tenía años el trinquete, una partida que despertó gran expectación y que congregó a centenares de aficionados. De Godelleta, por ejemplo, viajó un autobús completo. Espectador de excepción fue Juliet d’ Alginet. El cartel enfrentaba al Roig y Rodriguez de la Marina contra Xatet I, Zurdo de Picassent, Patet y Albalat. Dos contra cuatro. Se adelantó el Roig siete juegos y ya no bajó en las dos horas de duelo. Unos días después se repitió el duelo en Polinya del Xúquer. Allí el Roig formó pareja con El Zurdo de Picassent y para que no hubiera dudas volvió a ganar… Retirado de los trinquetes, el Roig fue un fiel aficionado a las partidas de aficionados en el trinquete que hoy se rehabilita. Reapareció en el torneo de Galotxa, Trofeo El Corte Inglés, con 53 años. Algo testimonial. Todavía tuvo tiempo de dejar su huella en Montserrat donde desde el bot de la calle de la Iglesia lanzó una pelota de sobaquillo a la terraza del Musical. Nunca jamás nadie había hecho eso. Un servidor fue testigo de aquella jugada. Y pensó que los viejos que le conocieron en plenitud no exageraban ni un ápice cuando hablaban de él. Como el Tio Napoleón, no me quité el sombrero pero sí que le di la mano a aquellas manos prodigiosas.

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