El municipio menos poblado de la Comunitat Valenciana

Los escasos habitantes que permanecen se dedican a la ganadería y al turismo rural

Jorge Hermosilla y Jacobo Fernández | Departament de Geografia. Universitat de València.

Castell de Cabres es un municipio referente de la despoblación valenciana. Una localidad que afectada por la dureza de un clima con inviernos gélidos y la falta de servicios se halla en una situación compleja. Es el municipio menos poblado de la Comunitat Valenciana. Sin embargo, se trata de un municipio que situado a las puertas del Parque Natural de la Tinença de Benifassà, cuenta con un entorno de gran valor natural y paisajístico que invita a recorrer sus parajes y disfrutar de la naturaleza. Un entorno rural que destaca por su atractiva oferta turística de turismo activo en combinación con la naturaleza. Su futuro pasa necesariamente por desarrollar el turismo rural.

Un medio físico singular y atractivo

A 1.140 metros sobre el nivel del mar se sitúa Castell de Cabres, un municipio castellonense localizado en la comarca del Baix Maestrat, en el límite oriental de la vecina comarca de Els Ports de Morella. El término municipal destaca por su orografía accidentada, un relieve montañoso con abundancia de pinares y parajes de gran valor paisajístico como el Parque Natural de la Tinença de Benifassà. Limita con las localidades castellonenses de la Pobla de Benifassà, Vallibona, Morella y Herbés y con el municipio turolense de Peñarroya de Tastavins.

De origen musulmán, Castell de Cabres era una aldea que pertenecía al distrito de Morella, al igual que otras, hasta que Jaime I tras haber conquistado estas tierras fundó en el año 1237 el Monestir de Santa María, el primer convento cisterciense de las tierras valencianas. Dicho convento agrupaba bajo su feudo los municipios de la Pobla de Benifassà, conocidos como la Tinença o Setena de Benifassà. En 1275 la localidad obtuvo la Carta Puebla.

En el dominio del clima mediterráneo, está condicionado por inviernos fríos, con frecuentes nevadas, y veranos frescos y secos. El municipio se haya en un entorno con extensas masas arboladas que muestran una gran variedad de espacios naturales. Destaca el Parque Natural de la Tinença de Benifassà, declarado en 2006, que se extiende por 4.925 hectáreas. Los bosques son el uso de suelo habitual en estas tierras, en los cuales destacan algunas de las masas forestales de carrascales y quejigares (quercus faginea) mejor conservadas del territorio valenciano. Hallamos también otros enclaves de gran valor natural como la microreserva de flora del Bovalar, ubicada en el sector meridional del pueblo. Un terreno popular en otoño para los seguidores de la micología.

Despoblación y economía rural

Se trata pues de un escenario idóneo para los visitantes que buscan la naturaleza el motivo de sus desplazamientos. Y la quietud. Castell de Cabres con tan solo 20 habitantes es el municipio menos poblado de la Comunitat Valenciana, un número que se incrementa sensiblemente en período estival. El éxodo rural ha sido la tónica general durante décadas, de manera que es el referente de los municipios despoblados. En 1973 se cerró la escuela. Un motivo más para su progresivo abandono. En 1910 contaba con 430 vecinos.

Se halla situado en parte montuosa y cercado de cerros cubierto de bosque bajo. Su clima es frio, pero muy sano; sus aguas son riquísimas, sus montes cultivados producen aceite y vino, y sus huertas ricas patatas y algunos frutos propios de su clima.

Mundina (1873): «Historia, geografía y estadística de la provincia de Castellón»

Los escasos habitantes que permanecen se dedican a la ganadería y al turismo rural, si bien se trata de actividades hoy por hoy marginales, incapaces de generar empleos que permitan atraer nuevos residentes. El Ayuntamiento sin embargo apuesta por el turismo rural, pues gestiona cinco alojamientos de la localidad, y participa en iniciativas interesantes junto con el resto de los pueblos de la Tinença de Benifassà, con el objetivo de revitalizar la economía local.

El senderismo es una práctica habitual en su término que permite a los visitantes conocer sus atractivos culturales y naturales. Destacan rutas como la PR-75, Camino de la Rogativa de Vallibona a Penya-roja de Tastavins, con varias variantes que tienen su punto de partida el propio Castell de Cabres; y el GR-331, Camino de Conquista, en el tramo Herbés-Sant Cristòfol-Castell de Cabres.

Casco urbano y su entorno

El paisaje de Castell de Cabres está dominado por claves del sistema rural valenciano, tanto el núcleo de población como su entorno. Su casco urbano se asienta en la solana de la Muela del Castillo, de manera que hallamos un callejero en pendiente y cuestas, y siguiendo las curvas de nivel, en donde es habitual hallar construcciones tradicionales de muros de mampostería de una o dos alturas; conservan algunas de ellas arcos de sillería en sus puertas. Destaca la Fuente de la Vila, situada en la plaza de la Iglesia, una construcción medieval con piedra natural que sigue suministrando agua de gran calidad a la población. Junto a ella se alza la Iglesia de San Lorenzo, del siglo XVIII. Se trata de una construcción compuesta por tres naves y tres crujías y con una torre campanario construido de sillería en forma cuadrangular. En el interior hay una interesante decoración pictórica integrada por pinturas al fresco originales de estilo barroco.

En su entorno más próximo, en la parte más alta del pueblo, se hayan los restos de la muralla del Castillo que antiguamente protegía el municipio. Declarada Bien de Interés Cultural, la fortificación de época medieval ocupaba la cima de la Muela del Castillo y presentaba una estructura simple con torre central. Es un excelente mirador visitado para disfrutar de unas excelentes vistas panorámicas del entorno paisajístico, dominado por las elevaciones montañosas.

Al norte de la población se haya la Ermita de San Cristóbal, a 5 km de la población, en el promontorio homónimo. La ermita fue construida durante el siglo XVI, conserva los muros de piedra de cantería, así como la puerta, dominada por un arco de medio punto. Junto a la ermita se hallan dos edificaciones: la hospedería y la vivienda del ermitaño. Los vecinos de Castell de Cabres mantenían la tradición de acudir dos días al año en romería a esta ermita, hoy en ruinas, para hacer la rogativa a San Cristóbal, una actividad tradicional que ha dejado de practicarse, pero que aún se mantiene en la memoria de sus vecinos.