La agrupación musical valenciana más internacional es la Capella de Ministrers y acaba de ser nominada por el jurado de los Premios Internacionales de música clásica (ICMA) en la categoría de música antigua por su nuevo disco, «Super Lamentationes, Hieremiae Prophetae», que recoge la obra del autor andaluz Cristóbal de Morales. Carles Magraner lidera la formación, tras concluir la carrera de chelo, estudió musicología, luego el doctorado. Dice que lleva toda la vida estudiando. Recuerdo a la Capella de Ministrers en 1996 en el Palau d’Albaida cuando grababan un repertorio de Alfons el Magnànim. La Capella realizó su primer concierto en 1987 en aquel mítico pub de la calle del Mar que se llamó Johann Sebastian Bach.

¿Cuántos eran?

Cinco. Solo quedo yo. Hay gente que se incorporó en los noventa que todavía están como Pau Ballester.

¿Ya cómo Capella?

En aquella época tenía veinte y pocos años. No sé como coincidí con Lluís Miquel Campos y Paco Bodí, en paz descanse, y tuvimos la gran suerte, que por medio se metió el catedrático de órgano Vicent Ros, que nos propusieron grabar un disco de música barroca valenciana. Nos ponemos a investigar y sacar repertorios.

¿Era especialista en música barroca?

Había estudiado el repertorio barroco, pero no sabía que me iba a dedicar a recuperar nuestro patrimonio musical, eso fue circunstancial. Gracias al empujón de Vicent Ros y Lluís Miquel nos pusimos y en 1989 sacamos la primera grabación en formato cd [’Música Barroca Valenciana’], que tuvo un premio del Ministerio de Cultura a la mejor producción nacional. Me acuerdo porque tuve que comprarme un reproductor del cd para escucharlo.

¿Cómo suena ahora aquel trabajo?

Cuando empiezas eres muy inocente..., pero ves que han sido trabajos espontáneos muy gratificantes. Los diez primeros años son muy fáciles, pero como dijo Concha Velasco una vez, lo difícil es mantenerse en la cumbre. Y es cierto. También hay otro concepto de Camilo José Cela que me quedó «llega quien resiste».

¿Ha resistido bien?

Seguimos resistiendo gracias a nuestro trabajo.

Qué les ha permitido conocer medio mundo.

Hay una creación artística, que es un riesgo, porque todos los años presentamos tres o cuatro novedades. Es un proceso de creatividad continua. Pero me busco mis espacios para estar en casa, para encontrar ese aburrimiento donde llegan las musas y saber por donde tengo que guiar está gran nave que es Capella.

¿Cómo ‘La ruta de la seda’?

Sí, pero para el año que viene ya tengo dos o tres proyectos, e incluso estoy pensando en aquí dos años. Van surgiendo porque hay una pluridisciplinariedad. Hay mucha gente que me llama porque ha encontrado una pieza, o a veces me inspiro en vivencias, películas.

¿Todavía hay partituras desconocidas?

Quedan tantas... Nos quedaríamos sorprendidos.

¿Por falta de investigación?

Cuando hablamos de patrimonio musical pensamos en partituras. El otro día Vicent Torrent hablaba del patrimonio de tradición oral, que no son solo las canciones, sino su manera de hacerlas. Los músicos somos el museo de la música. En València habrá el 90% del patrimonio que se conserva, sobre todo en los archivos de las iglesias, que no conocemos.

¿Cuál es su teoría sobre nuestra gran afición a la música?

Porqué hubo un Segle d’Or espectacular. No solo en música, también en arquitectura e influencia política, con intercambios con Flandes y Nápoles. El fenómeno de las bandas es paralelo, seguramente sale de la tradición de fabricar instrumentos de viento.

Capella es más de cuerda que de viento.

También de viento. En el monasterio de Sant Miquel estaba la Filarmónica de Viena del siglo XVI. El Duc de Calabria tenía los mejores músicos de Europa. Hay documentos de principios del XV, de músicos italianos reclamando cuerdas de València. Poetas que han sido músicos, como Jordi de Sant Jordi. Hay estudios de la música en ‘Curial e Güelfa’ y en ‘Tirant lo Blanch’. La nobleza tenía una sensibilidad musical, cosa que se pierde en el XX. ¿Quién tiene ahora sensibilidad para los cuartetos de cuerda que son la esencia? Los que hacemos música sabemos que no es un bien de primera necesidad, como puede pasar en los países del norte, donde la gente necesita la música.

Los nórdicos pasan más tiempo en casa que nosotros.

Cierto, por eso he sacado la música a la calle, porque la Comunitat Valenciana dispone de muchos espacios abiertos.

¿Por qué teniendo miles de educandos en las bandas no hemos hecho formados docenas de orquestas?

Es un trabajo que nos queda. El fenómeno de las bandas es único en el mundo y hay personal de sobra. Hablo mucho con la Federación de Sociedades Musicales para intentar que la gente de la banda vea que el abanico de la música no empieza en el siglo XVIII.

Igual hace falta un ‘spotify’ de música antigua.

Hay, pero hace falta que la gente lo conozca. También es un problema de los conservatorios con esa visión romántica de la música. Desde hace veinte años hay conservatorios especializados en música antigua. Los componentes de las bandas deben saber que es una salida profesional, como tocar jazz o ser maestro de conservatorio.

Ahora aspiran al Óscar de la música antigua.

Los premios los tienes cuando eres joven y cuando te haces muy mayor. De joven tuve tres o cuatro premios importantes, luego buenas críticas y ahora que estás haciéndote mayor... La vida es así, como le ha pasado a Brines con el Cervantes. Un premio estimula, pero sobre todo hace que llegues a más gente.

¿Qué le queda por hacer?

Que está Comunitat entienda que tiene un patrimonio musical que debe estar a la altura de cualquier otro. En Capella de Ministrers nos damos cuenta después de 30 años que hace falta financiación y consolidar un espacio singular. No quiero que Capella dels Ministrers acabe conmigo.

¿Falta un espacio fijo para la música antigua?

La Fundació Cultural CdM tiene una colaboración con Sant Miquel dels Reis, pero faltaría una programación didáctica y más recursos.

Seguro que lo ha propuesto más de una vez.

Desde hace más de veinte años...

Sin éxito, por lo que veo.

Es difícil...

¿Por dinero?

El dinero que puede costar es el 2% del presupuesto del Palau de les Arts. Incluso se ha propuesto hacerlo en Les Arts.

¿Capella ha actuado en el Palau de les Arts?

No, ni con Helga Schmidt, ni Davide Livermore, ni Jesús Iglesias.

¿Hay un ciclo de flamenco y no de música antigua?

Está bien que haya un ciclo de flamenco, pero debemos ser los propios músicos quienes convenzamos a los gestores. A mi muy pocas veces me han llamado. Pero ya le pasaba a Mozart a Handel, que tuvieron que hacerse productores teatrales para estrenar sus obras y convencer. La única vía que he encontrado es la fundación. Cosa más transparente y altruista no puede haber, y desde ahí intento que no acabe en mí. Seguimos luchando para que hayan recursos, con conciertos en centros penitenciarios y actividades didácticas. Debería ser habitual que los niños escucharan el ‘Curial’, acercarse a ‘L’Espill’, el Duc de Calabria, Alfons el Magnànim.

¿Qué música escucha cuando no trabaja?

Música antigua no, porque se convierte en un trabajo. Saborear un concierto de música antigua para mi es complicado.

¿Su último concierto en directo que no fuera de música antigua, antes de la pandemia?

Uno de jazz y de fado. Me gustan las salas pequeñas. Allá donde viajo me gusta ir.

¿Jazz?

Me gusta escucharlo en directo. Una música de bar, donde se puede beber y fumar. No soy de grandes conciertos. Soy de la época de rock sinfónico y si me gustaría asistir a uno de los grandes conciertos de esas bandas.

¿Cuando está por esos mundos, que opinión se tiene de los valencianos?

De los valencianos poca, porque fuera evidentemente eres español y cuando pregunto por compositores españoles siempre dicen Tomás Luis de Vitoria. Hay un desconocimiento grandísimo. No hemos sabido exportar cultura, si nos cuesta en el cine... Estamos pidiendo ratios de compositores españoles en la programación.

¿Cómo saldremos de la pandemia?

Reforzadísimos. En el sector que me muevo no ha hecho tanto mal como en los grandes festivales.

¿Habrán tenido muchas cancelaciones?

Aplazamientos, sobre todo. He puesto la pausa en mi vida, he reflexionado mucho, pero en diciembre tengo 20 actuaciones. Las que tenía más las que se aplazaron.

¿Cuál es su actual preocupación?

Muchas, pero como hacer llegar al público joven esa parte de la música que desconocen. Están perdiéndose 600 años de nuestra historia musical.

¿Un deseo?

Que se consolide este proyecto con implicación social y laboral.