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Cómo paliar las secuelas invisibles

Una guía de Educación considera el acompañamiento emocional un pilar fundamental de este curso ante los trastornos, miedos, estrés o tristeza que la pandemia provoca entre los escolares

Cómo paliar las secuelas invisibles

La prevención desde casa, la seguridad en las aulas, el aprendizaje esencial y adaptable a una situación cambiante, pero también la salud emocional de los niños y niñas. Estas son las principales líneas maestras para el curso 2020-21, que se desarrolla con la máxima normalidad posible que permite el coronavirus, y en el que la educación y el acompañamiento emocionales se consideran un «pilar fundamental en los planes de acción tutorial (PAT) de los centros durante este curso». Además, deben incluirse en el Plan de Atención a la Diversidad e Inclusión Educativa (Padie).

Más allá de las instrucciones para la organización de los centros educativos y del protocolo de gestión de casos de covid-19 elaborado junto a Sanidad, la Conselleria de Educación ha presentado una guía de acompañamiento emocional, conscientes de que «muchos niños, niñas y adolescentes han sufrido, sufren y sufrirán impactos psicológicos» por la pandemia y el confinamiento.

El objetivo del texto —fruto de la implicación directa del Servicio Psicopedagógico Escolar V16 de Alberic—, es servir de «apoyo» a los docentes para planear actividades y detectar «barreras emocionales» en el aula.

Este año, la conselleria considera esencial estrechar los «vínculos afectivos» con el alumnado y ve «necesario» que los equipos docentes impulsen actividades y planes de acogida emocional —que contribuyan al desarrollo «no solo desde el ámbito académico, sino, sobre todo, en el personal y social»— y refuercen la capacidad la resiliencia.

De hecho, el protocolo de Sanidad y Educación contra el SARS-Cov-2 ya recomendaba hablar sobre la pandemia al inicio de curso y crear un «clima de confianza» en clase, para evitar miedos y también un posible estigma posterior hacia aquellos escolares que contraigan el virus.

De esta manera, se incluye la educación emocional en el currículum lo que, además de mejorar el bienestar del alumnado y su desarrollo integral, también «facilitará del proceso de aprendizaje». El objetivo es que los escolares «aprendan a gestionar de manera adecuada lo que sienten» ya que, como apunta el texto, parte de la factura emocional de la covid-19 es invisible y puede manifestarse en forma de «inseguridades, miedos, ansiedad, estrés, trastornos en el estado de ánimo e, incluso, alteraciones en la propia identidad».

Uno de los sentimientos detectados más comunes es, fundamentalmente y según apunta la guía, el miedo, ya que la situación es «difícil de asimilar, sobre todo para los más pequeños».

«Es bueno que los escuchemos y que aprendan a expresar lo que sienten. En ocasiones, el miedo puede provocar incertezas y ansiedad, por lo que hay que acompañar al alumnado», apunta el texto.

Otros sentimientos recurrentes pueden ser la ira —por la «sensación de injusticia»—, junto con el duelo por la pérdida de alguna persona querida o conocida lo que, además, también ha podido ser «más difícil de llevar» por el confinamiento y/o las restricciones anticovid.

Entre los consejos para los docentes —que también son útiles para las familias—, se detallan la importancia de una escucha atenta y de mostrar apoyo a los más pequeños, además de respetar sus tiempos y darles autonomía.

La clave es, como se puede leer, «aproximar la mirada a la de los niños», «escuchar sus miedos y evitar reírse, ya que para ellos son importantes y los sienten como si fueran reales»: «si se ridiculiza su miedo, disminuye su confianza en la persona adulta». Asimismo, tampoco es una buena opción «obligar a pasar situaciones que teme», ya que, «en lugar de ayudar a veces intensifica el miedo».

En cuanto a la tristeza, la guía apunta que es necesario vivirla «para poder avanzar». Por eso, se debe «permitir la emoción» y llorar si es necesario. Hay que tener en cuenta que la pena también se puede expresar con el cuerpo y el comportamiento (se traduce en somatizaciones y cambios de conducta).

Para ayudar a que los escolares se expresen ayudan el juego, el dibujo y los cuentos, ya que «las lecturas son el medio de expresión natural de la infancia». «Que los niños y niñas dibujen, jueguen o inventen historias para que estas sean sus herramientas», apunta la guía.

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