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Hallan pinturas murales y lagares escondidos en una alquería de Alfafar

Se trata de un trampantojo en un pared y unas cubetas de prensar vino que se han rehabilitado para ponerlas en valor y hacerlas visitables

Hallan pinturas murales y lagares escondidos en una alquería de Alfafar

La rehabilitación de l’Alqueria del Pi sigue dando sorpresas. Al gran valor patrimonial que de por si tiene esta construcción del siglo XVII-XVIII, ejemplo de la tradicional tipología arquitectónica agrícola de la época, hay que añadir los nuevos hallazgos descubiertos durante el proceso de rehabilitación y que el consistorio ha añadido al proyecto inicial para restaurarlos y ponerlos en valor junto al resto del conjunto arquitectónico destinado a convertirse en centro de interpretación del arroz y del turismo cultural de Alfafar.

En el transcurso de las obras de rehabilitación de la alquería del Pi, llevadas a cabo bajo la dirección del arquitecto Javier Hidalgo Mora, se descubrió un mural decorativo, probablemente de finales del siglo XIX principios del siglo XX, que estaba oculto tras un tabique de ladrillo que trasdosaba uno de los muros de carga del edificio. Se trata de un trampantojo, recurso pictórico que crea un efecto óptico de fingimiento, y que en este caso recrea una especie de apertura de la estancia interior al paisaje. Está compuesto por tres pilastras, de color verdoso con cenefa geométrica central, entre las que se generan dos grandes ventanales abiertos al exterior a modo de miradores. En la parte superior aparecen rejas decorativas de forja de gran riqueza ornamental. En la zona media hay una barandilla que se une con las rejas superiores creando una especie de estructura de sujeción de toldos de franjas ocres y azules.

Aparecieron además en una sala contigua otras pinturas murales de menor entidad, que formarían parte de una sencilla decoración, situadas en la zona superior de los muros.

Según el informe de la restauradora, ambas son pinturas murales al seco, muy común en estas decoraciones interiores, realizadas con la técnica al temple, en las que se utiliza la cola orgánica como aglutinante y pigmentos y se aprecia un aspecto mate y aterciopelado distintivo de esta técnica.

La restauración ha sido llevada a cabo por Aurora Arroyo, licenciada en bellas artes con la especialidad en Conservación y Restauración con la colaboración de Lidia Boix , también licenciada en bellas artes. Ambas han realizado el trabajo «con gran ilusión» y siempre teniendo «un máximo respeto por el original, utilizando material de alta calidad y pensando siempre en su reversibilidad».

Por otra parte, también en el transcurso de las obras, y durante la retirada de soleras de hormigón y pavimentos impropios, trabajos que han sido supervisados por la arqueóloga Ana Sabater, aparecieron unos restos arquitectónicos que probablemente responden a lagares o trulls, utilizados para el prensado de la uva. Cada cubo tiene unas dimensiones aproximadas de 3.60 y 3.80 m de longitud por 2.13 de anchura y entre 1.08 y 1.13 de altura máxima conservada. Las paredes están realizadas con ladrillo macizo colocado a soga y las paredes y el suelo estaban revestidas con baldosas de barro macizas cuadradas y rectangulares, de las que algunas se han conservado. Ambos cubos conservan el orificio de decantación del mosto que conduciría a una pileta situada a un nivel inferior que no se ha localizado en el transcurso de las obras.

Estos restos se han integrado en el edificio, disponiéndose una pasarela de vidrio sobre ellos, lo que permite su adecuada contemplación.

Asociado a estos restos apareció una puerta que se abría a la fachada, rematado con un arco de ladrillo, que permanecía cegado y que se ha abierto de nuevo recuperando su forma original.

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